Testimonios

En esta página se publican testimonios de portadores de Trastorno por Déficit Atencional e Hiperactividad (TDAH), anónimos y autorizados por los respectivos autores. En ocasiones aparecerá una nota en cursiva como “N del D: …” (nota del doctor), que corresponderá a algún comentario que pueda enriquecer el testimonio.

                 Dr. Jorge González Hernández

Mi experiencia con el TDAH (julio 2008)

Como aporte a estos testimonios puedo contar lo que me ocurría en la universidad y las herramientas que utilicé para solucionar el problema. En 2do año de Ingeniería Civil las asignaturas de física son muy complejas. Uno de esos ramos lo reprobé porque nunca entendí nada.    Al semestre siguiente me preparé 2 meses durante las vacaciones de modo de no correr el riesgo  de reprobar.

Llegó la 1ra prueba. Me sentía preparadísimo, y llené hojas y hojas con las respuestas. El resultado fue un 2,7 en la escala de 1 a 7.    Para la 2da prueba deje el resto de las asignaturas abandonadas y dediqué todo mi tiempo en la preparación de esta prueba, pero ya estaba aterrado y me surgió en plena prueba un bloqueo total; el resultado fue un 2,3; empeoré. La angustia se apoderó de mí y estaba aterrorizado con la idea que me echaran de la universidad. (N del D: Muchas personas con TDAH presentan bajas calificaciones ya que cometen errores por distracción al contestar la prueba, o lo hacen en forma impulsiva, o simplemente se bloquean y no pueden utilizar conocimientos que efectivamente han adquirido. Estos fracasos sucesivos pueden ir generando síntomas ansiosos, con mucho temor al fracaso al enfrentarse a la situación de evaluación, lo que intensifica los bloqueos y fallos, generándose un verdadero círculo vicioso).

Tuve la suerte que me topé con una Psicóloga que entendió mi situación y me propuso una estrategia.    Esta consistía en asumir que el peor escenario ya había ocurrido, es decir, me dijo convéncete que ya te echaron de la Universidad y prepárate para entrar a Ingeniería Comercial en otra universidad.    Lo cierto es que visualicé este escenario y no me pareció tan espantoso. Es más, me olvidé de las malditas físicas y me fui al cine con una amiga el día anterior a la 3ra prueba. Llegó el día de esta 3ra prueba relajado y entregado, con la claridad de los hechos consumados, es decir, que me echarían.    Respondí la prueba entera en 45 minutos (el tiempo era 2.5 horas), entonces me detuve a revisar las respuestas y me percaté de varios errores.    Dado esto corregí estos errores. En rigor respondí cada pregunta nuevamente, pero con soltura.    Me levanté de mi puesto entregué la prueba y me fui a la casa aliviado ya que el resultado de la prueba ya no me interesaba. Mi sorpresa fue dos semanas después al ver la nota, era increíble: un 7.0!!!    En el examen obtuve un 6.5 y en el examen recuperativo un 6.8. Para estos exámenes no estudié nada, solo fui a rendirlos. Al semestre siguiente fui ayudante de este ramo!!! (N del D: El apoyo por un psicólogo especializado constituye una parte importante del tratamiento en muchos casos).

La conclusión fue que el pánico ante un resultado aparentemente desastroso me producía mucha angustia y esto aumentaba el nivel de ansiedad en un grado tal que llegaba al bloqueo total. Estos episodios se han presentado durante mi vida en otros ámbitos y he aplicado la misma estrategia de los hechos consumados.    Por ejemplo, en estos días ya me convencí que mi trabajo actual no durará más de 2 años, lo hice porque estaba aterrado que me despidieran… nuevamente. No se si dará resultado, pero al menos estoy mas tranquilo y dándome tiempo para redactar este mail.

R

Mi experiencia con el TDAH (febrero 2008)

Podría escribir tantas cosas sobre mi TDAH, que no sé por donde comenzar… Quizás por lo que más me ha afectado.. Ser una mujer TDAH…

Fui diagnosticada recién en el año 2006… y a raíz de la siguiente experiencia… Viví sola durante 8 años y estaba acostumbrada a una vida sin mayores responsabilidades. Hace dos años, dejé mi departamento para vivir con 3 sobrinos que vinieron a Santiago a estudiar… Desde un comienzo la situación fue caótica … Dos meses demoré en ordenar mis cosas por el cambio de casa… Pero lo más difícil fue tratar de asumir todas las responsabilidades que conlleva el hecho de ser trabajadora y dueña de casa… Iba al supermercado y olvidaba comprar la mayor parte de las cosas. Otras veces, al terminar de cocinar me daba cuenta que no había usado la mitad de los ingredientes… o le había echado sal más de una vez..¡¡ Una vez dejé una olla con arroz en la cocina encendida durante TODA LA NOCHE…¡¡¡ en fin … Trabajar todo el día y además organizar una casa resultó una tarea titánica. Me sentía extenuada. Pasados tres meses comencé con los típicos síntomas de depresión. (N del D: la depresión es mucho más frecuente en portadores de TDAH que en la población general). En las noches casi no dormía pensando en todas las cosas que tenía por hacer y recordando las que había olvidado durante el día. Me sentía como una completa inútil. No lograba priorizar mis actividades y todo lo dejaba a medias. Como no conseguía salir adelante, fui a un psicólogo, quien concluyó que mi problema podría ser TDAH. Ahí comenzó una peregrinación de neurólogo en neurólogo; muchos de ellos no creen que un adulto pueda tener este problema de niños;  hasta que llegué donde el Dr. González, quién me dio el certero diagnóstico. ¡¡Por fin descubrí un nombre para todas las dificultades que he tenido a lo largo de la vida… y pude entender y aceptar tantas cosas sobre mí..¡¡¡ (N del D: al menos la mitad de los niños TDAH sigue teniendo problemas relevantes en la vida adulta).

A  modo de ejemplo, detallaré algunos de los “episodios TDAH” que me han sucedido a lo largo de la vida; tal vez se sientan identificados con ellos:

– En mi infancia y adolescencia trepaba árboles y techos; jugaba juegos bruscos con niños; era buena para el “combo” y los garabatos. Fui “niña y adolescente problema” sufrí muchas penas e incomprensiones. Pero, siendo “La Juanita Gallo” la pasé demasiado bien..!!!

– Hasta ahora, no he sido muy hábil en cosas de “mina”, como saber arreglarme el pelo, las uñas, maquillarme, vestirme y hablar adecuadamente (me resulta muy difícil ser asertiva). Y me cuesta más relacionarme socialmente con mujeres que con hombres. Creo que nunca he logrado comprender del todo los códigos femeninos, ni menos aplicarlos.

– Mis emociones siempre están a flor de piel… y normalmente tengo cambios emocionales muy evidentes… Llegué a pensar que era bipolar, ya que paso rápido de la risa a la rabia, de la alegría a la tristeza y viceversa, etc… Pero ahora entiendo que mis bruscos cambios emocionales tienen una raíz y una explicación. Esto me ha causado muchas dificultades para formar pareja, ya que nadie entiende mucho a una persona tan inestable de ánimo. (N del D: la irritabilidad explosiva y la intolerancia a la frustración pueden ser síntomas relevantes del TDAH, sin constituir una depresión bipolar, en la que hay períodos de euforia y depresión más duraderos. De todos modos la bipolaridad también es más frecuente entre pacientes con TDAH).

– Mis rasgos más difíciles de manejar son la ira y la impaciencia… me enojo con mucha facilidad, porque a ratos me cuesta entender y aceptar que las demás personas no piensan ni actúan como yo… o que las cosas no resultaron como las había planificado… o simplemente por tener que esperar. Afortunadamente, ahora logro darme cuenta cuando comienzo a enojarme, y trato de bajar “las revoluciones”… es difícil, pero no imposible.

– En la oficina, mi escritorio es un cerro de papeles… lo que más trabajo me cuesta hacer es ordenar y archivar. Me da lata hacer eso. Pero lo más curioso de todo es que sé exactamente  donde está cada papel. Siempre encuentro rápidamente lo que busco en “mi montaña de papel”.

– Soy una especie de “Quijote con faldas”, muy idealista y siempre luchando por causas que para los demás son perdidas o peleando contra la corriente por defender aquellas ideas en las cuales creo firmemente…

– Hace algún tiempo, fui víctima de un robo con fuerza. No sé como lo hice, pero  mientras afirmaba mi cartera, le pegaba patadas al ladrón, y le repetía todo el repertorio de palabras vulgares que conozco. Mientras esto me pasaba no sentí miedo ni menos me puse a pensar que me podría ocurrir algo malo. Solo me limité a actuar en forma impulsiva. Después que todo pasó y mientras seguía afirmando mi cartera, me dio mucho susto y me puse a llorar.

– Mientras estudié y hasta ahora, he tenido serias dificultades con las matemáticas. Son un “profundo misterio” para mí. Cuando logro entender algo, lo olvido rápidamente. Nunca repetí un curso, pero siempre me hacían una prueba especial, para tener un 4 final en matemáticas. En otros ramos no tenía problemas. No tenía mucha idea de lo que decían los cuadernos o libros… Sólo aprendía con mucha facilidad aquello que de verdad me interesaba y que normalmente no era parte de la malla curricular. También, y hasta ahora, al escribir cambio el orden de los números o las letras. (N del D: puedo dar fe de que luego que P inició el tratamiento, obtuvo el primer lugar de un postgrado en administración en una prestigiosa universidad).

– Mi capacidad de orientación es nula. Me cuesta interpretar mapas. No sé distinguir norte o sur y con dificultad identifico derecha e izquierda. Soy campeona chocando los muebles y murallas. No sé como se cruzan en mi camino…¡¡¡ ja ja ja… Normalmente en mi cuerpo tengo “moretones” y no precisamente por violencia intrafamiliar, sino porque siempre choco y como normalmente ando rápido, los choques son violentos.

– No sé descansar. No puedo estar un momento sin hacer nada… Normalmente hago varias cosas a la vez, y me aburro con mucha facilidad. Tengo veinte mil hobbies. Y en las noches me cuesta mucho desconectarme para poder dormir. Sufro constantemente de insomnio.

Pero no todo es tan malo… a veces  a los TDAH nos ocurren cosas muy divertidas… Por ejemplo, muchas veces al tratar de abrir la puerta de mi departamento… y las llaves “no le hacen”, miro el número ..  y estoy abriendo la puerta del vecino… plop!!!

En la oficina usamos uniforme y antes me pasaba a menudo que me vestía con el que yo pensaba correspondía al día jueves… pero al llegar a la oficina comprobaba con consternación que era miércoles…!!!  También en ocasiones he salido con las pantuflas de levantarme, para la calle.. y sólo me doy cuenta en el ascensor o cuando me lo advierte el conserje.

Me gusta mucho usar dichos y refranes… pero al igual que el Chapulín Colorado, normalmente  los digo al revés.

Finalmente, aprovecho esta ocasión para proponer a mis “compañeros TDAH” que estén interesados en formar un grupo, que nos reunamos y comencemos a trabajar en la idea crear un grupo que nos permita sentirnos acogidos y comprendidos. He intentado hacerlo por mi cuenta, pero son demasiadas las ideas que bullen en mi cabeza, y hacen que me confunda… además, temo mucho ser subjetiva… lo ideal sería trabajar con las percepciones de varias personas…. ¿Les parece si en marzo comenzamos a formar algo al respecto, cuando la mayor parte de nosotros ha retornado a la normalidad laboral???… (N del D: en marzo les enviaré el email de P para que puedan contactarla).

Un saludo muy especial para todos.

P

 A propósito de la Procrastinación y el TDAH (enero de 2008) 

Estimado Jorge:

He dilatado mis comentarios a tu artículo, pero no precisamente por las características propias de la procastinación, de las que en alguna medida soy portador. Mi primer impulso me llevó a responder de inmediato a la invitación, pues comparto que la página web es una buena idea. (Ojalá algunos estuvieran dispuestos a abrirse y compartir con los demás). Pero ocurre que los síntomas indicados por el TDAH muchas veces me confunden. Hay unos que me parecen claros y otros no tanto. Probablemente sea una característica del mismo TDAH, como en otras enfermedades en las que uno no tiene por qué participar de todos los síntomas y con la misma intensidad. (N del D: efectivamente no todos los pacientes participan de toda la constelación de síntomas y la forma en que estos afectan la calidad de vida depende de varios otros factores como la educación, otras capacidades cognitivas y emocionales, el ambiente y la ocupación en que se desenvuelve el sujeto, por mencionar algunas).

Para mí ha sido determinante saber que padecía este trastorno. Me permitió entender muchos acontecimientos pasados y presentes, al mismo tiempo que organizar mis cosas en función de esta enfermedad-bendición. Te recuerdo que, ni siquiera, fui a la primera consulta por ella misma, sino ante sospecha de que tuviera Alzheimer. Por lo menos tenía claro que algo estaba ocurriendo…(N del D: aunque el TDAH no suele empeorar con la edad, muchas personas le confieren mayor importancia a olvidos que siempre han tenido, cuando están en una edad más madura, pensando que están desarrollando alguna enfermedad más severa como Alzheimer). 

Una experiencia marcante

Mi experiencia más dramática de este trastorno la tuve en 1974. Estaba dando uno de mis últimos exámenes escritos, luego de una larga carrera de estudios en una universidad extranjera. Sospechaba, junto a mis compañeros, que una de las preguntas sería sobre un modelo matemático-económico que había hecho famoso al profesor de economía. Toda una autoridad en la materia. Eran exámenes que solían durar más de tres horas. El desarrollo del modelo podía ocupar varias páginas de derivadas y de enormes fórmulas y simplificaciones que reducían su complejidad, al mismo tiempo que se agregaban otras. Desde el punto de vista estético era fascinante… Sin embargo, un solo error de signo o una omisión involuntaria podía dar al trasto con todo el desarrollo y trancar la conclusión. Me ejercité varias veces antes del examen, a fin de no “distraerme” llegado el momento. La pregunta esperada fue incluida en él. Canté victoria. Respondí rápidamente las otras, para asegurarme de que no requerían tanta dedicación, y me lancé a la que “ya sabía”… Estaba tenso y adrenalítico… Llené hojas y más hojas. Todo iba bien y cuadraba, pero empecé a cansarme y a desconcentrarme. Sabía lo que tenía que hacer, pero no podía avanzar… Era como en los sueños, cuando uno quiere llegar a algún sitio y no lo logra por alguna razón que ignora, pero que está allí, presente, impidiendo la meta. No pude salir  del bloqueo. No logré encontrar las igualdades que simplificaban el proceso. Estaban allí, lo sabía… Permanecí en ello por más de media hora, desesperándome cada vez más y mirando a los otros como avanzaban. Se acabó el tiempo… Resignado, me limité a explicar con palabras la lógica del procedimiento que faltaba, como para decir: “No soy tan bruto, pero algo falló aquí…”  (N del D: los bloqueos, es decir, la dificultad para evocar información que está almacenada en algún sitio del cerebro puede ser un síntoma angustiante en algunos casos).

No saqué mala nota, pero la desazón interior fue tremenda. El resultado del examen pasó a segundo plano. La pregunta para mí era: ¿Qué ocurrió? ¿Qué me pasó? Hubo otros episodios posteriores, y también los había habido antes, pero de características distintas. Ninguno tan dramático ni tan intenso como ése, en cuanto a su posible explicación. 

Síntomas dispersos 

Es cierto que dejo algunas cosas para última hora, pero en otras, me anticipo a los demás: no me gusta llegar tarde; me desocupo de algunas tareas incómodas lo más pronto que puedo, especialmente si son chicas, para dejar espacio para las más grandes que sí es cierto que en ocasiones postergo; si tengo que preparar una charla, lo hago con anticipación en cuanto a la información remota, pero el área chica la dejo para el último momento, porque si lo hago tres días antes, ya se me habrá olvidado todo lo que quería decir… Aún así, después de haber hablado, me vienen a la memoria todas aquellas cosas que también podría haber dicho, que eran oportunas, que habrían mejorado la exposición, pero que no salieron… aún si estaban en los apuntes.

Ya he dejado de dar charlas… Terminaron mis compromisos. Siento que los conocimientos se van quedando en el pasado y en el olvido. Actualizarlos me lleva cada vez más tiempo. Mi memoria siempre ha sido como una banda magnética cuyo extremo más distante se va borrando, haciendo que sea imposible pasarla de nuevo con la misma nitidez. Se podrá decir que esto le pasa a todos… pero de lo que me doy cuenta es que a la mayoría no le ocurre en el mismo grado. Una acotación adicional: cada vez la banda se borra más rápido y la distancia se acorta entre el presente lleno de luz y el pasado ya difuso…(N del D: El olvido de información remota es un hecho notable en algunos casos. Hay pacientes que aún viendo fotografías de hechos ocurridos en el pasado, no logran recordarlos).

En fin, el tema da para mucho y habría que seccionarlo para acotar su contenido. Coincido en que es apasionante para quienes sabemos de qué hablamos. Hasta podría hacerse un “club” con los más entusiastas. No sería raro que de allí salieran “soluciones prácticas” para enfrentar la vida. Cada uno de nosotros habrá tenido que buscarlas, para que la cotidianeidad no termine anulándolo. Es una forma de sobrevivir en un mundo en que la información que hay que manejar es cada vez mayor. Hasta resulta entretenido… como también, por momentos, agobiante. Pero no se muere uno de esto. Por el contrario, hay espacio para festinarlo.

Un saludo afectuoso

                                                   F